La arquitectura de Binissalem destaca por el uso de la «pedra de Binissalem», una piedra caliza local que caracteriza muchos de sus edificios históricos. Esta piedra, de tonos claros y cálidos, le da al pueblo su apariencia distintiva. Los edificios más destacados datan de los siglos XVII y XVIII, cuando la economía del vino impulsó el desarrollo de la zona. Entre los ejemplos más notables de su arquitectura se encuentra la Iglesia de Sant Jaume, de estilo gótico, que domina el paisaje urbano.
El pueblo está lleno de bodegas históricas que no solo son atracciones turísticas, sino también importantes centros de producción vinícola. Muchos de estos viñedos ofrecen visitas y degustaciones, lo que permite a los visitantes conocer de cerca la tradición vitivinícola de la región. Además, el entorno natural de Binissalem, con las cercanas montañas de Tramuntana, ofrece muchas oportunidades para practicar senderismo y disfrutar de la naturaleza.
Otro de los atractivos de la región es la proximidad a la Serra de Tramuntana, un lugar perfecto para los amantes de la naturaleza y las actividades al aire libre. Las rutas de senderismo ofrecen impresionantes vistas del valle y las áreas circundantes, y permiten a los visitantes combinar la historia y la cultura del pueblo con aventuras en la naturaleza.