En los últimos años, Binissalem ha experimentado un auge en el turismo, especialmente en el sector del enoturismo. Esto ha llevado a la apertura de nuevos alojamientos, restaurantes y negocios locales que buscan satisfacer las necesidades de los visitantes, manteniendo al mismo tiempo el carácter auténtico del pueblo. Los esfuerzos para preservar el patrimonio arquitectónico y agrícola son una prioridad, con iniciativas para proteger la industria del vino y el uso tradicional de la «pedra de Binissalem».
Además, se están desarrollando proyectos de infraestructura para mejorar la accesibilidad y promover un turismo más sostenible. Se están considerando planes para ampliar las opciones de transporte público y fomentar el ecoturismo, asegurando que Binissalem siga siendo un destino atractivo, preservando su entorno natural y cultural.