La arquitectura de Alcarraz refleja su origen agrícola y su evolución a lo largo de los siglos. Las construcciones de piedra con tejados de tejas rojas son comunes, ofreciendo un ambiente acogedor y tradicional. Un lugar destacado es la “Església de Sant Jaume,” una iglesia local que mezcla influencias góticas y barrocas, y es uno de los principales puntos de interés para los amantes de la arquitectura religiosa.
El entorno natural que rodea a la ciudad también es una de sus mayores atracciones. Los visitantes pueden disfrutar de senderos que serpentean por el campo, ideales para quienes buscan actividades al aire libre como senderismo y ciclismo. El cercano río Segre ofrece un entorno tranquilo para paseos y picnics, lo que lo convierte en un destino perfecto para los amantes de la naturaleza.
Aunque no cuenta con grandes museos, la belleza de Alcarraz radica en su autenticidad rural. Además, el acceso a las granjas locales y las visitas a los huertos ofrecen una experiencia inmersiva para los visitantes que quieran aprender más sobre las actividades agrícolas que sostienen a la comunidad.