La historia de Santa Pola es tan rica y variada como su paisaje. Originalmente asentada por los íberos, la ciudad experimentó una transformación significativa bajo el dominio romano, cuando se convirtió en un importante puerto conocido como Portus Illicitanus. Restos de la influencia romana aún se pueden ver hoy en día en las ruinas de la villa romana y la fábrica de salazón de pescado. Tras la caída del Imperio Romano, la ciudad vivió una sucesión de conquistas moriscas y cristianas que moldearon su arquitectura y su cultura.
Uno de los monumentos históricos más famosos de Santa Pola es el Castillo-Fortaleza, una fortaleza del siglo XVI que protegía la ciudad de los ataques piratas. Hoy en día, alberga un museo y un centro cultural que organiza exposiciones y eventos durante todo el año. La cultura de la ciudad está profundamente arraigada en las tradiciones marítimas, como se refleja en festivales como el de la Virgen del Carmen, patrona de los marineros, que se celebra cada mes de julio con una colorida procesión de barcos a lo largo de la costa.
Las tradiciones locales de Santa Pola también destacan su conexión con la pesca, la producción de sal y la agricultura. Las Salinas de Santa Pola, un importante humedal y santuario de aves, ofrecen una visión del histórico proceso de recolección de sal y proporcionan un refugio para la fauna, en particular los flamencos.